Y así, nuestro tiempo pasó más rápido que el invierno, y
cuando la primavera acusó, tan solo quedaba en la brisa una leve fragancia que
se podía distinguir a amor juvenil. Ninguno se quería siquiera a sí mismo,
mucho menos podríamos haber regalado tal amor a nadie. El otoño ya se está acabando y me da miedo que llegue el
invierno, y con él, su aroma inolvidable, su aroma entrañable.
4.19.2012
4.11.2012
Como si esto fuera una prueba.
A veces todavía me pregunto sí fue algo real, si de verdad
pasó. Mire donde mire parece que todo está igual que siempre, como si el tiempo
de verdad no hubiera pasado, mas cuando indago en mis pensamientos, en mis
sentimientos, es cuando me doy cuenta de
que fuiste verdad. Porque aunque siempre he tenido una imaginación bastante
desarrollada, no sería capaz de inventarte tal como eres, seguro que si lo
hubiera intentado me hubiera quedado corta. Por no empezar a hablar del dolor
que dejo tu partida, tu último beso. Parece mentira que el destino diera ese
giro tan inesperado para dejarnos hoy así.
Hay veces que simplemente te omito de los recuerdos, pienso
que de verdad tú no estuviste allí. Todo puede llegar a ser más perfecto si no te
tengo en cuenta, si hago que tu lugar lo ocupe un humo más denso que el de mi
último cigarrillo. Pero hay algunos recuerdos que simplemente son tú, noches
enteras en las que mi único recuerdo eres tú.
Y sin embargo, a veces me pregunto si sentiste algo siquiera
parecido alguna vez por mi, si te paraste a pensar lo maravilloso que podía ser
el mundo juntos.
Porque lo creas o no, antes y después de todo esto, juntos siempre
hemos podido y podremos conseguir cosas que nadie se ha atrevido siquiera a
soñar.
4.09.2012
Las contradicciones.
Dime quien se esconde tras tu sonrisa, pícara y alegre. Tras
esas risa nerviosa que te da cuando te dicen la verdad. Dime quién acecha tras
tus ojos, de un marrón más intenso que la misma tierra que pisamos. Esos ojos
que nos han visto crecer, levantarnos para después caer. Unos ojos que miran de reojo si no se creen
lo que ven. Por qué ocultar nada tras un manto de ese pelo, tu pelo, largo sin
medida, pero no lo suficiente como para subirme contigo a la torre más alta. Te
lo pones detrás de las orejas, tus orejas, esas que empuñan más pendientes que
historias inventadas.
Ahora dime, por qué te sonrojas cuando te digo te quiero, te
apartas el pelo, te entra la risa tonta y me miras de reojo.
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