Y ahora resulta que tú estás ahí, y yo estoy aquí, como si fuéramos
dos extraños más que se encuentran por la calle, uno en cada lado de la acera
de la vida.
El tiempo corre,… ¿Qué digo corre? ¡Vuela! Parece que fue ayer cuando dos
perfectos desconocidos se cruzaron en ese camino que les llevo al más remoto de
los finales felices. Pues después de todo,
y aunque esto se adivine como un final, no diré que ha sido triste, pues tu
presencia invade cada recoveco de mi ser, y cuando camino, aunque ya no estemos
unidos, tú siempre me acompañas. Filosofía de la vida es saber que los caminos
que nos llevan aquí y allá en nuestra andadura, son senderos ya hechos sin
posibilidad de cambio, que unas veces se unen y otras se separan. Por un largo
periodo de tiempo, nuestros caminos siguieron tan juntos que, en cierto momento,
llegue incluso a pensar que se estaban juntando tanto que al final terminarían
siendo uno solo. Ilusa. Aunque ahora parece que se están separando demasiado,
he de decir, que creo que el destino, cruel amigo y fiel enemigo, se encargará
de que, quién sabe cuando, ambos senderos se unan de nuevo para, esta vez sí,
no separarse nunca.
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