Pongámonos a pensar. Si existo es porque pienso, si pienso
es porque existo. Pero si pensamos demasiado las cosas nos amargamos la
existencia, a la vez que, si no se piensan, también.
Cabe la posibilidad de que esta vida sea todo una sucesión
de equilibrios entre opuestos: amor y odio, blanco y negro, sentir y pensar,
corazón y razón… Un mínimo desequilibrio podría desencadenar la más pura
felicidad o hundirte en el más hondo de los agujeros negros. Así pues, preguntémonos:
¿Vivir en el equilibrio o arriesgarnos a ser felices?
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