Respiro, me tranquilizo. Se que estás ahí, lo se
perfectamente, te puedo ver. Por un
momento nuestras miradas se cruzan. Te has dado cuenta de que yo también estoy ahí.
Podría ir y entablar conversación, una conversación sin quizás mucho sentido,
de las de ‘’Hola ¿qué tal?’’ y poco más. Mejor no, sería demasiado absurdo,
pues nosotros nos lo podríamos decir todo sin mediar palabra alguna. En vez de
eso nos quedamos donde estamos, disfrutando de nuestros amigos, habiéndonos dicho
todo cuando nuestras miradas compartieron camino.
Vuelvo a rastrear la zona, no me apetece perderte de vista
ni un solo momento. Pero … ¿Dónde estás? Apenas hace un segundo estabas ahí y, de
repente, te has ido sin siquiera esperarme o dedicarme una sonrisa de despedida.
Todo sucede tan
deprisa que no me doy cuenta de que ya estás detrás de mi, intentando entablar
esa conversación absurda que yo no comencé. Respiro y me vuelvo a tranquilizar.
Tengo que recordar que, al menos para ti, esto es un juego más.
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